31 de mayo de 2014

Soy raro

Muchas veces me han dicho que soy raro.
Que digo muchas cosas que no se entienden, que hablo de forma incomprensible muchas veces, que hago cosas que no son normales. . .
Tantas son las cosas que he oído ya, que pocas pueden asustarme a día de hoy.
Pero. . . es que muchas veces me planteo el concepto "normal".
Muchos son los que se ríen cuando les digo que me gusta leer cómics. Muchas veces me han mirado mal por decir que me gustan las películas de superhéroes. Me han llamado de muuuchas maneras por decir que no me gusta el fútbol.
Y es que soy así realmente. Me gusta leer libros, me gusta que llueva, sigo jugando con muñecos a mi edad, hago dibujos cuando tengo un papel y un lápiz a mano, veo dibujos animados en la televisión, no me gusta el fútbol ni lo entiendo. . .
Tantas cosas son las que hago que el resto de la gente no las ve "normales". . .
Pero quizás sea un problema mío.
Quizás no vea yo "normal" que la gente se encierre en una nave con la música tan fuerte que uno no oye ni sus pensamientos, para mover su cuerpo como un despertador con parkinson, mientras suena una música que parece escrita por una gato con dolores mientras rasca un plato con un cuchillo.
Quizás no vea yo "normal" que todo el mundo siga la moda de un corte de pelo que hace que todos sean fotocopias entre sí.
Quizás no vea yo "normal" que la gente se junte para ver en una pantalla a gente corriendo tras una pelota, mientras dan gritos, golpes y fingen que se aman entre todos cuando su equipo va ganando.
Quizás no vea yo "normal" tantas cosas que otros hacen porque el resto la hace o por que la sociedad ha hecho que estas se vean "normales"
Estoy seguro que ante mucha gente seguiré siendo yo el raro por decir, hacer o no hacer determinadas cosas.
Pero, son solo puntos de vista. . .




"Lo que intentaba era arriesgado. Mi miedo era inevitable, pero incluso ahora, 
tantas décadas después, sigo recordando la gloria."                              [Capitán América, "Capitán América. El elegido"]

15 de mayo de 2014

Le faltaba.

Creía que lo tenía todo.
Era un chico guapo, con dinero. Vivía en una gran casa y con una bella mujer.
Se consideraba afortunado.
Pero, siempre pensó que había algo que nunca había tenido.
Desde pequeño, sus padres le habían conseguido todo aquello que él pidió. Era hijo único y sus padres no querían que a él le faltase de nada.
Pero, aun así, había algo que sus padres nunca le podían haber dado. . . Un hermano.
Aún teniéndolo todo, no tenía nada.
No sabía que era hacer lo imposible por que alguien no llorara tras una caída o un golpe.
Correr en busca de mamá para intentar explicar como se había roto algo antes de que le dijeran la verdad.
Nunca supo que era estar largas horas por la noche hablando bajito para que no les oyeran y tapando carcajadas con la almohada.
Pelearse por tener algo hasta que llegaba papá y se lo quitaba a los dos.
Nunca había visto como alguien más pequeño que él, observaba lo que hacía y luego intentaba imitarlo.
Le hubiese gustado tener alguien con quien hablar de gustos musicales, darle consejos, salir con él a la calle.
Alguien a quien ayudar en caso de que lo necesitara.
No había experimentado la sensación de solucionar insultos y amenazas con solo un beso.
No tenía a quien extrañar en cuando sus caminos se distanciaban, ni abrazar tras un tiempo alejados. . .
Lo tenía todo, y en verdad no tenía nada.

5 de mayo de 2014

El otro tío

Es una persona normal. Tranquila. Con su punto de locura, pero alguien entrañable al fin y al cabo.
Con todo el mundo se llevaba bien y nunca tenía problemas con nadie.
Pero, como siempre, estaba esa persona que no dejaba que él fuese feliz.
Esa persona que siempre que tienes un buen momento, hace lo imposible para que se le torcieran los planes.
 El otro tío conseguía siempre que él se enojara. Que dijera las peores palabras a personas que no lo merecían. Cuando el otro tío estaba cerca, él se peleaba con su familia, su pareja, sus amigos. . .
Nadie era capaz de reconocerle cuando el otro tío estaba cerca.
No era capaz de controlar sus impulsos cuando el otro tío lo acechaba.
Siempre fue una persona pacífica, pero no recordaba las veces que golpeó algo, lo rompió o tiró cuando el otro tío andaba cerca.
Su mirada cambiaba, su cuerpo experimentaba una extraña sensación y se llenaba de ira y agresividad cuando el otro tío le rondaba.
Cuando el otro tío desaparecía, el volvía a ser esa persona que todo el mundo quería y respetaba. Alguien amable y cariñoso. Como siempre fue y a la gente le gustaba que fuera.
Pero, era algo que nunca pudo controlar. Y lamentablemente, siempre iba a seguir ocurriéndole.
Estaba dentro de él. . .
Él era el otro tío.