25 de noviembre de 2013

El examen

Tuve un examen.
No había estudiado mucho, pero aún así, intenté hacerlo.
La profesora me dijo, que no era difícil, pero que tendría que haber estado atento mientras me daba las explicaciones.
No sabía que era lo que entraría en concreto en esa prueba, porque a veces había estado atento, pero otras veía como pasaban las horas delante mío sin prestar mucha atención a lo que sucedía.
Se reía cuando le pregunté la forma en la que pondría el examen.
Lo hice, y en seguida tuve el resultado. Me dijo que no había superado la prueba y me dijo que la próxima vez tuviese más suerte. 
Insistí en que me diese la opción de volver a intentarlo, hacer una recuperación. 
Ella me dijo que nunca daba ni daría segundas oportunidades a nadie. Que todos deberían siempre hacer lo que ella dijese y prestar la máxima atención.
Salía decepcionado por la puerta pero inmediatamente me cogió por detrás y me entregó los apuntes para una nueva lección. No había acabado aun de terminar una prueba cuando ya tenia que preparar la siguiente.
Había veces que la odiaba a muerte, pero otras, aprendía mucho de ella.
Sus lecciones, aunque no diera segundas oportunidades, siempre hacían que aprendiera.
Tanto si apruebas, como si suspendes, siempre sales del examen con algo nuevo aprendido.
Los apuntes debes tenerlos siempre a mano, porque muchas veces necesitas repasar algo de lo que ya te habías examinado. Y si pierdes los apuntes, ella vuelve a ponerte la misma prueba para que la copies otra vez.
La vida, que buena maestra. . .

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