Era su primer día. Su primera vez. Estaba decidido.
Nunca antes había tenido el valor de hacerlo.
La gente hablaba de que tal se sentía alguien cuando lo hacía.
Que te pasaba por la cabeza al terminar y que sentimiento evocaba alguien al recordar aquella vez que se quedó a medias.
Pero estaba cansado de que fuese la gente la que intercediese en su opinión.
Estaba decidido a hacerlo. No solo probar, sino a llegar hasta el final.
No le importaba el sitio ni la postura. Solo quería elegir bien para recordar aquella primera vez para siempre.
Para esa primera vez no quería ser muy exigente, pero tampoco iba a conformarse con cualquier cosa. . .
Y llegó ese día. Él estaba allí, en la cama, nervioso. . .
Al principio solamente se ceñía a mirarle por encima, hasta que tuvo el valor de contemplar lo que encerraba en su interior. . .
Se atrevió a quitar la tapa despacito con dos dedos y aquel puñado de letras en un primer momento le quitó la gana de seguir, pero. . . ¡no! ¡Debía hacerlo!
Comenzó a leer las primeras líneas sin mucha decisión. Continuó con todas aquellas letras que al principio no dejaban de decir tonterías y cosas sin sentido.
Pero. . . un momento.
¿Qué clase de lugar era ese que las palabras describían?
¿Quién era esa chica que el libro presentaba con gran detalle?
¿Por qué ese hombre del que se hablaba sentía cosas que él también sintió alguna vez y nunca supo explicar?
Y lo más importante. . . ¿Por qué no podía dejar de leer?
Llevaba horas delante de ese libro y aún tenía ganas de más. ¿Cómo podía ser eso?
Él siempre se cansó tarde o temprano de todo lo que había empezado a hacer, pero esta vez era diferente.
Había descubierto un mundo nuevo. Nuevas gentes, nuevas experiencias. . . Una nueva vida.
Cuando quiso darse cuenta era tarde. Ya estaba inmerso en ese mundo que su mente le había hecho crear.
Miraba a su alrededor y nada podía compararse a ese momento en que sentía el libro entre sus manos y su imaginación recibía el permiso de volar sin límites.
No, no quería abandonar nunca ese nuevo mundo que había descubierto.
Se volvió adicto a conocer historias nuevas, nuevos mundos. . .
Se adentró en el mundo de la lectura y jamás volvió a salir.
Dedicado a Mari López para darle fuerza en esta nueva etapa que acaba de comenzar.
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